La construcción del corazón y la estructura de la piedra fundamental

LA CONSTRUCCIÓN DEL CORAZÓN Y LA ESCTRUCTURA DE LA PIEDRA FUNDAMENTAL

Gisbert Husemann
Conferencia dada el24.10.1992



Cuando en la Navidad 1923 se refundó la Sociedad Antroposófica, se le ha otorgado un fundamento espiritual. Este fundamento se vinculó a la publicación de la trimembración fisiológica (1917) y sobre la misma se edificó el fundamento. La trinidad física en su carácter transitorio, se constituyó en símbolo con respecto a la imperecedera trinidad espiritual de la imagen originaria. El congreso duró una semana, desde el 25 de diciembre de 1923, hasta el 1ro de enero de 1924. De esta manera, la piedra fundamental se ha metamorfizado siete veces. De esta manera se han generado los siete ritmos. El 27 de Diciembre se ha señalado brevemente, que los ritmos inducen “a avanzar paulatinamente y de manera espiritual, a la estructura”. Esta misión estaba dada a través de la conferencia.

Como punto de partida servían las siguientes relaciones numéricas: “De lo que empero depende, es la relación de 1:3:7:12. Al considerar la relación entre sí de estos números a modo de relación tonal, en la cual imaginamos que un tono en un determinado tiempo realiza tres oscilaciones, otro en el mismo tiempo siete oscilaciones, y otro más doce oscilaciones, entonces en estos números, tenemos expresado la relación aquella que en música espiritual brinda la relación de yo, cuerpo astral, cuerpo etérico y cuerpo físico:


Yo= 1
Cuerpo astral=3
Cuerpo etérico=7
Cuerpo físico=12 (g A 101)


Esta relación numérica la seguimos en la configuración del corazón hacia abajo dentro del cuerpo y desde allí, en configuración puramente espiritual hacia arriba, hasta la piedra fundamental. En el organismo de los doce miembros de los órganos sensorios, se expresa la perfección del cuerpo físico. El es quien ha pasado por el mayor tiempo evolutivo. Las especies animales, configuradas en lo corporal según los órganos sensorios, pueden ser clasificados y ordenados en doce grupos. Y en el corazón podemos volver a encontrar las cifras indicadas, como expresión de determinadas fuerzas plasmadoras en diferentes configuraciones. Como médicos estamos habituados a tomar en cuenta que la cantidad de los latidos del corazón son síntomas de diversos estados del cuerpo, que se reflejan en los números del pulso y de los latidos del corazón. En el estado febril están elevados, así como también al cabo de esfuerzos físicos.
Otros estados disminuyen la cantidad de los latidos. El susto paraliza los latidos cardíacos, que pueden llegar hasta la detención.

Del lado derecho del corazón, entre aurícula y ventrículo, se encuentran tres valvas de la válvulas de la válvula cardíaca. En el lado izquierdo son dos valvas de la válvula entre aurícula y ventrículo.


En la aorta y en al arteria pulmonar, en cada vaso se encuentran tres válvulas sigmoideas aórticas. Las cuatro válvulas cardíacas de las cuales se está hablando habitualmente, forman aquí once partes diferenciadas con exactitud mayor, de la siguiente manera: 3 valvas de válvula pulmonar, lo cual son 4 válvulas, con 11 partes de válvula que con cada latido se cierran y se abren. Estas once válvulas han sido definidas en sus funciones en estados de salud y en estado de enfermedad por la fisiología y la patología su cantidad como tal no posee importancia para la medicina oficial. Durante la época evolutiva previa al parto, todas estas válvulas aún no poseen su posterior función e importancia, que comienza recién con el inicio de la respiración pulmonar. En cambio, otra válvula, entre las dos aurículas, posee una gran importancia en la época del desarrollo con anterioridad al parto, que finaliza con el parto. Esta válvula que está adyacente al tabique inter auricular, se encuentra de manera vertical con respecto a las demás válvulas mencionadas. A través de esta abertura, la sangre puede sortear al pulmón, que aun no puede respirar. Por lo tanto, la sangre fluye sorteando al pulmón y desde la aurícula derecha, entre directamente a la aorta. La recepción del oxígeno se cumple a través del cordón umbilical desde la placenta desde la madre. Con el primer respiro al cabo del nacimiento, esta válvula se cierra de modo tal que de golpe las otras once válvulas adquieren un nueva función, siendo que se desarrolla la circulación pulmonar. Con anterioridad al parto, en el fluir sanguíneo se movían doce válvulas, con el nacimiento de una de ellas, la válvula dispuesta en posición diferente, es paralizada, mientras que las demás entran en plena función. Así el número doce está inserto en el corazón con el cierre de la duodécima válvula, también se cierra el portal abierto hacia el organismo materno. Mientras que se abren los portales hacia el pulmón y hacia el organismo propio, independizando al ser humano. Estos portales de las válvulas cardíacas, a su vez son un símbolo referido al hecho espiritual, que con la formación corporal, en todos los casos se cierra el portal conducente al mundo espiritual y que así, a través de los portales sensorios abiertos, el ser humano entra al mundo terrenal. El hombre, si posee la facultad de la memoria, tiene la misión de re-encontrar al portal que conduce al mundo espiritual, mediante el autoconocimiento de su ser. De ello se habló en las primeras oraciones de la colocación de la piedra fundamental: en la piedra fundamental resonó la renovada antigua palabra de misterio “Reconócete a ti mismo”.

En la configuración del corazón, el número tres lo encontramos en la cantidad de los tabiques. Desde arriba y desde abajo, en cada dirección crece un tabique a través de las aurículas y los ventrículos y se amalgaman. Un tercer tabique crece en forma de espiral, a modo de una superficie de doble arco, desde el pulmón hacia el corazón. El tabique desde arriba, separa las aurículas a modo de polo nervio-sensorio del corazón. El tabique desde abajo, separa al polo metabólico y de los miembros, del corazón a modo de miocardio. El tercer tabique en forma espiral, crece desde el pulmón, entrando al corazón (aórtico pulmonares Septum). Así, la trimembración del conjunto aparece reflejada de manera real en la parte. Allí, donde los tres se encuentran en un punto convirtiéndose en una membrana de tejido, redondeada, yace la unidad superior de estos tres, el uno del corazón.

Con el tres, interviene el principio de diferenciación del cuerpo astral. El uno, la unidad, encarna al yo.

Como resultado de la diferenciación, ahora podemos diferenciar tres circuitos diferentes. Desde el circuito del medio (el menor) el pulmonar, miramos hacia arriba y hacia abajo. El circuito superior, de la cabeza, mediante dos vasos de la aorta, se ramifica hacia arriba. Es justificado, diferenciar este circuito craneano, dado que la sangre, de diferente manera como en el caso del animal fluye en sentido opuesto a la gravedad, hacia arriba, donde la cabeza se encuentra en un posición diferente que en el caso del animal. En el sentido descendiente, la aorta conduce hacia los miembros y hacia el sistema metabólico. De esta manera, los tres sistemas principales de la circulación.


El número siete, llega a la expresión de manera clara, en el desarrollo desde los peces hasta el hombre, en siete fases. Las especies animales en cuestión, en cada caso mantienen en su cuerpo, una de las etapas evolutivas de los órganos circulatorios. Al respecto, algunos ejemplos: los peces de íntegra manera viven en el agua. No tienen miembros. La cabeza y el tronco no están separados. Todo su cuerpo se halla determinado por el sistema del medio. Los peces tienen desarrollado recién una de las partes de la circulación sanguínea, a través del corazón fluye tan solo sangre venosa. Las aletas, colgadas de la pared externa, muestran que allí se hallan en existencia, los gérmenes y los modelos para los miembros futuros. En equiparación a las presiones ejercidas por el agua en las diversas profundidades, el pez posee una vejiga natatoria (excepciones muestran formas extremas en determinadas direcciones). Con las aletas y la vejiga natatoria, están dados los modelos cuyo desarrollo conduce a los anfibios, con piernas y con pulmones. Las piernas se empujan hacia afuera, la vejiga natatoria se diferencia hacia adentro, convirtiéndose en pulmón. El desarrollo cardíaco refleja esa configuración corpórea. A ello se agrega la parte arterial. La nueva especie animal de los anfibios – sus larvas aún son peces – puede pisar la tierra y puede inhalar y exhalar el aire. Los miembros son apoderados en mayor medida por la exhalación, el órgano pulmonar en cambio, en primer término es configurado por la inhalación. Ambos ritmos los volvemos a encontrar en el proceso vital de la respiración y en las contracciones y las dilataciones (contracción y relajamiento) de los músculos. Los reptiles y las aves extreman la respiración pulmonar. Poseen órganos cardíacos complicados, en los mamíferos, la complicación del corazón es revertida con el extremo desarrollo de las piernas, así como también en el caso del hombre. Visto de manera orgánica el corazón del hombre se simplifica. Esta tendencia de formación retroactiva en el cuerpo humano, puede ser observada en el ojo y en el oído y está comprobada además que en la cabeza, en otros órganos. Entre los peces y los anfibios, se encuentran los peces poseedores de pulmón. Con sus órganos respiratorios pueden respirar tanto en el agua, como también –en el caso del secado de su espacio vital – con los pulmones. De esta manera, obtenemos las siete generaciones: peces – peces con pulmón – anfibios – reptiles – pájaros – mamíferos y el hombre. En cada una de estas gradas, el corazón y el pulmón adoptan una figura diferente, que refleja en lo interior, la adaptación de los seres a su espacio de vida.

Los números 1, 3, 12 se encuentran en el corazón, en estructuras especiales. El número siete vive dentro de un acontecer temporario de desarrollo que asimismo articula y rodea nuestra vida de rítmica manera, con la membración en siete de la semana. A través de este mismo ritmo, se obtiene la metamorfosis de la piedra fundamental (según las constelaciones cósmicas del día correspondiente) a partir de estas comparaciones externas de lo numérico en el desarrollo del corazón, aun no está dada una posibilidad directa, para el avance hacia las relaciones numéricas espirituales originarias de la piedra fundamental.

De hecho los números son tan llamativos, que difícilmente pueda tratarse de una casualidad.


En la figura 2, vemos las mismas relaciones numéricas. Esta imagen simbólica se encuentra en la obra de Rudolf Steiner “EL APOCALIPSIS DE JUAN” (1908), se trata del señal del Cordero. En el mismo sentido, la imagen del cordero ha sido referida en Munich y en Oslo. (G A 104)

Desde la figura del cordero, nuevamente avanzamos en dos direcciones: hacia arriba llegamos a los hechos espirituales originarios (los cuales siempre son señalados por los símbolos), y abajo, en el ámbito físico, observamos la historia del corazón en las especies animales de la evolución y el corazón en su desarrollo orgánico, como expresión de los cuatro miembros del ser (1, 3, 7, 12).

Estas reproducciones están indicando las imágenes originarias.

Según lo antes dicho, podemos obtener la sonorización de estas relaciones numéricas. Entonces, la imagen se incrementa, llegando a sonidos musicales del corazón. Esto ha acontecido en el caso del siguiente ejemplo de notas:

Otro paso más en dirección a la realidad espiritual, la encontramos en los rituales simbólicos, que se llevaron a cabo en la anterior Escuela Esotérica (con anterioridad a 1914) a modo de rituales cúlticos de iniciación. Al respecto, introducimos una breve referencia.

En el símbolo ritual de iniciación, en primer lugar resonó una campanada, a modo de llamada al yo, se daba un golpe sobre una plancha metálica. El uno como yo y como tono.


En la segunda parte de esta festividad, resonaron tres campanadas, con lo cual quiso simbolizar al tiempo, cuando tierra, luna y sol han sido un solo cuerpo. Por entonces, se ha desarrollado el cuerpo astral. En la tercera parte del ritual resonaron siete campanadas, que simbolizaron la formación de los siete planetas conjuntamente con el sol. Finalmente resonaron doce campanadas con referencia a la remota época, en la cual doce poderes estelares rodearon al antiguo Saturno y donde se predispuso el cuerpo físico. Los doce sentidos que allí se han imprimido, por lo tanto son los órganos más perfectos, por el hecho de que proceden del más largo tiempo de evolución.

La eternidad a modo de duración, bajo el doce entró en el curso del tiempo. Ha sido la hora de la medianoche universal de nuestro sistema del mundo. Este acto simbólico era vivenciado por los adeptos y cada una de las etapas brevemente referidas, era acompañada por determinadas palabras mántricas. Estas palabras eran pronunciadas por el hierofante, el maestro (G A265)

Por lo tanto, la imagen simbólica en los rituales se ha realizado para una fiesta de inauguración, que se ha conservado siendo símbolo. En el discípulo de los espiritual empero, ha incentivado vivencias tales, que han podido desprender su pensar, su sentir y su querer de la materia. Lo mismo promueve también la imagen del cordero.

Llegamos así, a la comparación con la Piedra Fundamental de la Fundación de la Sociedad Antroposófica en el año 1923. Era la llamada “del yo” llamado por sí mismo”. Por cierto que es imposible manifestar de manera más individual, la base para la convivencia de una comunidad de muchos seres humanos. Por lo tanto tampoco hubo un programa con respecto al comportamiento de los miembros, sino aquello que de manera cognitiva, antes había sido representado filosóficamente como “individualismo ético”, se convirtió en llamada y reflexión del yo individual hacia sí mismo.

Allí yace el uno. El tres retorna en los tres lemas: Ex Deo Nascimur – a partir de lo divino procede la humanidad; In Christo morimur – en el Cristo la muerte cobra vida; Per Spiritum Sanctum Reviviscimus- en el pensamiento universal del espíritu despierte el alma). Esta trinidad espiritual de inmediato, con la mirada orientada hacia abajo, de manera expresa es relacionada con la trimembralidad fisiológica. El tres fisiológico es la réplica de un tres espiritual. De hecho esta relación de imagen originaria a réplica, se ha expresado en la oración primera del 25 de diciembre de 1923 a las 10 de la mañana.

El número siete está dado con los ritmos de la semana. Cada día ha obtenido un ritmo diferente de piedra fundamental. Nos referimos a dos de ellos, de manera parcial. El 27 de diciembre (jueves), se refiere a las fuerzas de resurrección en el alma humana. El ritmo de esdía despierta en el alma fuerzas tales que en ella llegan a la resurrección, misterios cósmicos del universo. Al día siguiente, viernes, sucede lo inverso, de modo tal que el cosmos ciertamente a aquello, “que puede ser llevado a cabo en el alma propia”. El hombre y el cosmos entran en una especie de coloquio recíproco. En el mismo cobra vida, la esencia de la Antroposofía, a modo de fundamento de una nueva práctica de vida. Aquí se encuentra el punto clave de una básica configuración nueva. Platón le adjudicó determinados cuerpos a los cuatro elementos: cubo – tierra, icosaedro-agua, octaedro-aire, tetraedro-fuego. Según Platón, el Dios emplea al dodecaedro, cuando quiere trazar el diseño de un nuevo mundo. El número doce aparece en la imaginación del dodecaedro, como forma de la piedra fundamental.

Mediante estas relaciones numéricas, hemos dado un primero paso referido a la estructura de la piedra fundamental. Existen empero aún otras estructuras, que yacen a una profundidad todavía mayor en lo espiritual (metamorfosis de los ritmos).


En al segunda frase emitida el 25 de diciembre de 1923 se ha dicho, que a partir de la época del presente, debía ser renovada la antigua palabra de misterio “reconócete a ti mismo” ¿cómo se maneja el antiguo ser de los misterios precristianos frente a nuestra época y frente a nuestro propio ser? Esta pregunta que la piedra fundamental nos plantea, la responde la piedra fundamental misma: en la época actual, la iniciación ha sido trasladada de plena manera al propio sitio de iniciación en el corazón. La meta de la consagración en ese templo está expresada por el hecho de que del sitio interior del lugar de misterio, sale “en ser divino” que se conecta con el ser del Cristo: “unir al propio yo, al yo del mundo”. (G A 260).

Juan, el Apocalíptico, ha visto al ser del Cristo bajo el signo del Cordero. En su estructura se renovaron milenarias verdades de consagración, para ser colmadas con la sustancia actual del Cristo. El pasado es presente pleno de vida, en tanto el yo guarda memoria y puede recordar. En el cordero, Juan veía al ser divino que se sacrifica. En la sangre del cordero, vive la sustancia del “amor humano universal”. Mediante este concepto, a partir de la igualdad estructural, tendríamos que poder imaginar y vivenciar también el contenido y la sustancia de la piedra fundamental a modo de producto del amor, en forma del dodecaedro. Recién a partir del conocimiento se obtiene cognición objetiva. En la época moderna (Micaélica) la toma de conocimiento del ser del Cristo es la condición previa para la participación real en el Misterio de Golgotha. Este hecho podría ser a razón de que se haya señalado de especial manera al avance hasta la estructura de la piedra fundamental. Mediante el cristianismo de la cognición, el Misterio de Golgotha experimentó una renovación. A través del resonar del corazón, la plástica generada se convierte en la figura de la palabra de la piedra fundamental.

Las imágenes sonoras que resultaron de los hechos empíricos ocurridos abajo, ahora también pueden ser re-conocidos dentro de un espejo originario, esencial de una esfera superior. Entre la muerte y un nuevo nacimiento, el hombre vivencia la formación del corazón. Experimenta la formación del corazón, a modo de movimientos de seres espirituales. Estos movimientos son tales de los seres de la segunda jerarquía. En el cuerpo se convierten en circulación sanguínea. Por lo tanto, se trata de una circulación macro-cósmica, cuya resonancia física, se convierte en latido del corazón. El corazón macrocósmico se contrae, convirtiéndose en corazón físico. También en el movimiento cardíaco físico es de manera tal, que el músculo cardiaco se contrae a partir de un movimiento sanguíneo originario de una temprana circulación.

Los seres de la segunda jerarquía – Exusiai, Dynamis, Kriotetes – se hallan insertos en la palabra universal. Son los trans-vigorizados por la palabra cósmica del universo. Es así, que de las metamorfosis plásticas-musicales de la empirie física, de hecho se comunica la imagen originaria cósmica. La réplica física del órgano cardíaco, puede ser re-conocido en el espejo especial originario de la palabra universal (G A231)

Queda por contemplar aun, al corazón como órgano cognitivo de los problemas de la piedra fundamental. Al cabo de una primera audición de la primera parte respectiva de los tres lemas, se hizo referencia a este órgano cognitivo, alegando, que existe la esperanza de que la piedra fundamental fuera comprendida “con el corazón como órgano cognitivo”. Con este órgano cognitivo, “se manifestarían de manera activa las imágenes del mundo”, relacionadas con la piedra fundamental. Lo que en esa hora se aproximaría de manera espiritual, debía ser recepcionado con ese órgano, de modo tal que por los allí reunidos podría ser portado hacia afuera”, convirtiéndose en práctica de vida. En el libro “¿Cómo se adquieren conocimientos de los mundo superiores?”, es justamente ese órgano sensorio superior, mediante el cual, lo contemplado de manera espiritual y lo escuchado de manera espiritual puede ser conducido a una relación con el mundo físico.


En tal sentido, la piedra fundamental y el corazón como órgano cognitivo, no tan solo poseen una cualidad y un significado similar, sino la misma para el discípulo espiritual. Puede comprenderse entonces que para ambos casos, se desataca de manera especial un determinado momento. En el mencionado libro, el allí nombrado momento, puede ser pasado por alto, mientras que la hora y el instante de la formación de la piedra fundamental no pueden ser pasados de alto. El corazón como órgano de la cognición promueve una síntesis sintetizadora de todos los órganos sensorios superiores que pueden ser desarrollados. En el último término, el cuerpo etérico se torna movible con libertad hacia todos los lados. El discípulo espiritual puede “girar al cuerpo etérico hacia todos los lados”.
Se convierte en un espejo perfecto de las imágenes del mundo, de las armonías cósmicas, de la palabra universal, audible en el interior.

Dado el “parto espiritual” llevado a cabo de esta manera, es de suma importancia, no perder el suelo debajo de los pies”. Es por ello, que también el desarrollo del órgano con el pensamiento lógico y la formación del punto central, comienza en la cabeza. Aquí no nos referimos a los pormenores.


Algunos de los oyentes de aquel entonces, por cierto habrán recordado lo dicho referido al sumergirlo en el corazón, dado que también el punto central ubicado en la cabeza, es sumergido en el corazón. De la misma manera, como para el parto físico es decisivo con larga anterioridad un momento planificado, lo mismo acontece con el nacimiento espiritual. A ese instante significativo, conducen la perseverancia en la búsqueda los golpes dados por el destino, acontecimientos vitales, encuentros con personas. En oportunidad de la colocación de la piedra fundamental, en principio se está hablando del “hoy” a modo del día de la formación de la piedra fundamental. Luego empero, el acontecer del ahora se reúne a modo de un foco: así… “en este momento queremos formar en nuestras almas, la piedra fundamental con forma de dodecaedro”. (G A 260). Esto de hecho significa, que la piedra fundamental desde afuera fue formada por Rudolf Steiner en el alma de los presentes, siendo sumergida “en el suelo del corazón”. El enigma empero se complica aún más. Cuando pocos renglones más adelante se habla de la figura imaginativa de la piedra fundamental procedente del amor del universo y de lo humano y de su luz radiante, leemos: …entonces, la piedra fundamental adquirirá radiancia… que posee la radiancia aquella que puede iluminar hacia nosotros a cada instante, al recordar ese momento”. Por lo tanto se realiza una diferenciación del momento del acontecer en 1923 y los momentos posteriores ubicados en nuestra actualidad, de la memoria de la reflexión y de la memorización del acontecer de aquel entonces. En los ritmos de los siete días, también está dada la particularidad del desconectar al tiempo. Comparten ese hecho, con el sistema rítmico de la trimembración del hombre. En la cabeza llegan a la expresión fuerzas del pasado, en los miembros ya se toman posesión de impulsos del futuro. Tan solo en el latido del corazón y del pulmón se halla presente la actualidad esencial. Es por ello que comprendemos “que mediante los ritmos no nos pueden abandonar los lemas de la piedra fundamental”. (G A 260).

Al respecto debe ser tomado en cuenta, dado que allí las imágenes originarias se reflejan en las réplicas fisiológicas, las imágenes originarias pueden convertirse en presente pleno de vida.

Los espíritus elementales del mundo etérico en la sucesión del Cristo – en el este, el oeste, el norte y el sur – “escuchan al sol del Cristo”. Esto nuevamente es presente gramatical. En ese sentido, son ejemplo para nosotros lo hombres. Proponen, perciben a la Tierra a modo de ser viviente, y al cabo de estas vivencias, tratar a la tierra de manera terapéutica en lugar de explotarla (ver G A327). Desde hace mucho tiempo, al igual como puede suceder a un ser humano, la tierra se encuentra en un estado de alta fiebre, sacudida por escalofríos. Como sitio del Logos y la vivencia del Cristo, la Tierra debe ser salvada. Peligros igualmente serios, el hombre está generando con refinamiento cada vez mayor para la existencia del ser humano. La técnica superior externa como poder económico, se ha apoderado. Para cumplir con las misiones a ser llevadas a cabo frente a la Tierra y frente al Ser humano, en 1923, los Antropósofos allí reunidos fueron situados en una seria responsabilidad. Al mismo tiempo, como un pequeño grupo se les permitió acceder a las fuentes de fuerza prometidas y hacerse cargo de la responsabilidad de “sembrar” lo incorporado para la práctica de la vida. Esta nueva configuración de la vida será combatida en medida cada vez mayor, porque los enemigos de la Antroposofía saben que a través de ellos, las imágenes originarias pueden ser convertidas en réplicas prácticas. Los miembros por entonces reunidos y las Asociaciones Antroposóficas sobre la tierra, al lado de otras misiones, tienen la tarea central, de hacer visibles en sus lugares existenciales, el recordar, reflexionar y contemplar las imágenes espirituales originarias, en los lugares terrenales de su residencia.

Si no permitimos que se descomponga, la piedra fundamental no nos abandona, cuando la semilla espiritual yace en suelo fértil. El diseño de una nueva configuración del mundo, platónico-simbólico, se implantó al amor humano universal, con abarcativa fuerza de voluntad, a modo de semilla radicada en el alma. “Seres espirituales han implando frutos de su trabajo a almas humanas y quien permite la descomposición de la semilla espiritual a causa del descuido, está destruyendo obra de los dioses”. (g A 14). Un fruto del espíritu ha sido que a los corazones ha sido sumergido. Al ser percibida la piedra fundamental, con el corazón como órgano de reconocimiento, con ello asimismo han sido renovados lo antiguos misterios, cobrando actualidad.

Así hemos intentado, definir las bases científicas, que ha servido de estructura a la piedra fundamental. En los ritmos se despiertan cobrando vida artística. De la obra artística emerge el momento creador, que llega a nuestro corazón, a modo de un acto cultico, como HECHO MÍSTICO.
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